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miércoles, 2 de mayo de 2012

¡ALERTA! Cuidado con las quejas que realizas a empresas de servicios en Redes Sociales

Antes que todo quiero hacerte una pregunta, regularmente cuando hablas por teléfono con tu madre, tu pareja, compañeros de trabajo, hijos, amigos, etc. ¿Conectas una bocina de 1.600 watts de potencia al speaker para que así quienes se encuentren entre 2 kilómetros a la redonda puedan escuchar los detalles?. 

 Si usas redes sociales como Twitter, Facebook, Google+, Foursquare, entre otras, para tratar asuntos personales, espero que tu respuesta a mi pregunta anterior sea afirmativa. Porque es exactamente lo que sucede -pero en mayor magnitud- con las conversaciones que sostenemos y todo el contenido que publicamos a través de las redes sociales y el Internet. 

Si conectáramos un par de bocinas a un teléfono, la conversación solo será escuchada por quienes estén cerca. Sin embargo, cuando conversamos en Internet millones de personas en todo el mundo tienen acceso al contenido sin moverse de su asiento y sin necesidad de estar cerca.   Y entre esos millones de personas puedo estar yo, tú, gente buena, gente mala, ladrones, asesinos, gente mentalmente perturbada, gente que te quiere, gente que no te quiere y hasta gente que te odia.

Pondero en forma positiva borrar cualquier contenido comprometedor que hayamos publicado con anterioridad, además de limitar el acceso a nuestras cuentas y cuidarnos de solo entablar conversaciones entre grupos privados. Estas precauciones resguardan un poco más nuestra privacidad. Pero NUNCA olvidemos que en Internet el escrinchonísmo (la acción de tomar una captura de pantalla al contenido, pero no vayan a buscar esta palabra en la RAE) es más rápido que la velocidad de la luz. 

Esto no significa que en lo adelante debemos dejar de usar las redes sociales y el Internet, si no que tenemos la obligación de aplicar responsabilidad al contenido que publicamos en ellas. 

Como entes individuales tenemos todo el derecho a decidir publicar lo que queramos, aún esto nos traiga consecuencias negativas. Pero lo que no tenemos derecho es a publicar detalles o información, por inofensiva que esta sea, que involucre a nuestros amigos y familiares sin su autorización. 

El siguiente twitt es solo uno de miles ejemplos que podría mostrarles, de cuánto puede impactar de forma extremadamente negativa a nosotros mismos y a terceros  lo que publicamos en Internet. 


La semana pasada escuché el relato de un hecho que me ha dejado atónita. Resulta que una chica escribió una queja en el muro de Facebook de una empresa telefónica, porque el servicio de Internet residencial de su hogar tenía problemas desde hacía una semana. 

Al otro día y mientras estaba en su horario laboral, la chica recibió una llamada a su celular, era el técnico de la compañía telefónica. Quien de manera muy formal y especificando su número de reclamación, le pidió que por favor le ubicara con la dirección para  resolver la avería. 

La chica inmediatamente facilitó todos los datos. Pero luego pensó que resultaba extraña esa llamada a su celular, pues no fue ella quien realizó la reclamación si no su hermano, ya que el servicio está a nombre de éste. 

Una hora después el supuesto técnico de la telefónica vuelve a llamar, esta vez para preguntar quienes están en la casa para recibirlo. Es ahí cuando la chica empieza a hacerle otras preguntas como cuál es el número de teléfono que está en la orden y quién la creó. El técnico en lugar de responder a sus preguntas, le comunica lo siguiente: "si usted no coopera no podré ayudarla con la avería, pase buenas tardes", y cerró el teléfono. 

Al final se pudo confirmar que la llamada fue totalmente fraudulenta. ¿Cómo obtuvieron sus datos? ¡Obviamente a través de Facebook!. Su nombre está ahí, además cuando ella realizó la queja en el muro de la empresa telefónica escribió el número de reclamación. Sumado a que días antes también había publicado en la red social su número de celular porque estaba vendiendo un Blackberry usado que acababa de cambiar.

No quiero imaginar lo que habría pasado si la chica no reacciona a tiempo y sus padres que estaban solos en la casa reciben al falso técnico.

Si todavía no has entendido por qué debes limitar lo que compartes en Redes Sociales, volvamos a la pregunta que realicé al inicio de este artículo, pero esta vez con una exhortación:  si no tienes las agallas de conectar una bocina de 1.600 watts de potencia al speaker de tu teléfono, para que así todos tus vecinos y quienes se encuentren cerca puedan escuchar los detalles  de tus conversaciones. ¿Por qué entonces sí compartes con millones de personas extrañas a través de Internet, tus conversaciones personales, detalles de tu vida y hasta la ubicación exacta del lugar donde te encuentras?. 

4 comentarios:

  1. Tremendo articulo Amandysha, te ganaste tu share

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  2. Tu actitud es correcta gvillavizar porque realmente es así, ¡la fiebre no está en las sábanas!. Yo tomo las mismas precauciones que tú e incluso un chin más. 

    Sin embargo hoy mismo leí una persona que no solo dió el # de reclamación a una telefónica por el timeline, si no que además le facilitó el número de teléfono y a nombre de quien estaba el servicio.

    Esto significa que las propias empresas deben tomar medidas al respecto y pedir a sus clientes que envíen sus datos en privado. Y si no cuando pase lo peor, mientras se investigué si fue un técnico de ellos el ladrón, será su marca la que tendrá una crisis.

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  3. Particularmente yo seguiré haciendo mis reclamaciones por internet, el punto importante es que no se debe dar detalles personales de manera pública. Recientemente tuve un problema con tricom, les comuniqué la avería por twitter pero no di ningún dato hasta que hablamos por DM. En Facebook y en mi blog publico mis quejas pero no doy datos personales hasta que no me llaman para hablarme del caso.

    Además, tengo como norma que cuando me llaman de algún servicio y comienzan a verificar mis datos por seguridad siempre deben contestarme dos o tres preguntas antes de yo contestar las de ellos.

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  4. Muchas gracias Felipe A. Polanco ¡un abrazo amigo!

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